lunes, 23 de agosto de 2010

Sensación extraña

Allí estaba ella, tirada en el césped, escuchando su música a todo volumen. Casi hasta yo podía escucharla. Miré a mis amigos, que aún jugaban a las cartas y soltaban sonoras carcajadas. Luego desvié mi mirada nuevamente hacia aquella misteriosa chica. Tenía el pelo negro con reflejos azules por el sol que le daba en la cabeza. Llevaba una falda negra y larga que le tapaba las piernas. Tamborileaba con los dedos sobre su pecho mientras tenía los ojos cerrados. Me sentía transportado, las carcajadas de mis amigos ya casi no se escuchaban. Una fuerte brisa hizo remover un poco sus cabellos y su falda. Su tez era pálida, la más blanca que había visto jamás. ¿Y porqué me tenía cautivado? No era mi tipo de chica, jamás. Tenía unas pintas estrafalarias, no era gente con la que yo solía andar. Pero a veces no se pueden controlar los impulsos del corazón. La contemplé durante algunos segundos más, su pelo, su pelo me gustó mucho. Hasta que sentí una mano sobre mi hombro y salí de mi bella ensoñación.
-¡Eh, tío! Despierta. ¿Juegas?- me preguntó uno de mis amigos, señalándome las cartas.
Negué con la cabeza y me puse en pie. Me sacudí los pantalones y escuché como las voces susurraban a mis espaldas, siguiendo la dirección de mi mirada. Caminé lentamente, con paso dudoso hasta donde estaba la chica. Ella abrió un ojo lentamente y parpadeó un par de veces antes de mirarme finalmente.
-Hola.- le dije.
Sus labios color vino se torcieron en una sonrisa mientras se tapaba los ojos con el brazo y se incorporaba. Me metí las manos en los bolsillos y la seguí mirando. Increíblemente aun escuchaba los susurros de mis amigos a mis espaldas, pero me daba igual. Ya me daban igual todos ellos.
-¿Qué tal?- le pregunté.
Asintió con la cabeza. Me sonrió nuevamente. Parecía simpática y aquello me gustó.
-Alysa Calypso.- se presentó. Al principio pensé que era una broma, pero luego le cogí la mano y sonreí también. -¿Y tú?
-Alexander

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